
El Amor que está por nacer
Po: Adriana Hernández Zúñiga, Familióloga
Querida familióloga:
Ante tantas opciones para amar, ¿Existe el amor verdadero?
Atentamente,
Platónico
Querido Platónico:
Su amable pregunta ha llegado en el mejor momento: estamos por celebrar de manera cristiana y plena de fe y gozo, el Nacimiento del Amor Verdadero.
El amor no sólo es un sentimiento, una emoción o una pasión. Es más que un afecto: “Es la más afectiva de todas las respuestas afectivas”. Y aun así no logramos definirlo completamente. Es un fenómeno del que hay miles de tratados, por lo que lo invito a que nos vayamos a la forma más sencilla de su definición: “Dios es amor, y quien permanece en el Amor permanece en Dios y Dios en él.” (1ª. Juan 4, 16).
Le comparto una frase de San Juan Pablo II que me quitó el aliento: “El amor es experiencia y es virtud”.
Hagamos la experiencia:
1. Somos criaturas y no cualquier criatura: Varón y mujer ocupamos un lugar único en toda la creación, “estamos hechos a imagen de Dios” (Gen 1, 27). Somos creación de Dios y no porque Él nos necesite para ser Dios, sino porque nos ama. “No somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que Él nos amó primero.” (1ª. Juan 4,10). Para amar, primero necesitamos sentirnos amados por Aquel que nos creó y esa experiencia es personalísima, es decir, es diferente para cada persona. Aquí vale la pena preguntarnos: ¿Cómo sabemos que Dios nos ama?
2. Dios viene a nuestro encuentro “de manera misteriosa y gratuita.” Dios se hizo humano por amor a nosotros y se encarnó en María Santísima , cuando responde a Su petición de caballero: “Hágase en mí” (Lucas 1, 38). Y el amor de María Santísima cambió la historia de la humanidad.
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3, 16). “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros.” (Juan 1, 14). Preguntémonos ahora, ¿Cómo le respondemos a Dios?
3. Jesús nos entrega la nueva respuesta al Amor, pues no sólo une el Deuteronomio con el Levítico cuando le preguntan cuál es el mandamiento más grande de la Ley de Dios. “Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas y amarás al prójimo como a ti mismo,” sino que nos pide que “nos amemos los unos a los otros como él nos amó” (Cfr. Juan 13, 34). Reflexionemos: ¿Cómo amamos a nuestro prójimo?
Desarrollemos la virtud:
1. La disposición para amar es una decisión, para buscar el bien de los amados (amor benevolente) y ¿quién es mi amado? Todo los que me rodean, empezando por mí mismo, buscando todo lo que lo hace mejor a la persona.
2. Recordemos que el Espíritu Santo es el “Señor y dador de vida”. Pidamos a Dios Espíritu Santo el Don del Amor para amar mejor a mí mismo y a los demás.
3. Jesús “hace nuevas todas las cosas” (Ap. 1, 5). Si venimos del Amor Verdadero y vamos al Amor Verdadero y es Jesús que está por nacer nuevamente en nuestro corazón, quien nos muestra el camino, pidamos su guía: ¿Cómo amaría Jesús a esta persona que no es ama-ble, que es tan difícil convivir con ella?
4. Preparemos nuestro corazón en este periodo de Adviento para que sea un lugar propicio para la llegada del Amor Verdadero.
Hágame llegar tus preguntas o comentarios en:
Correo con–sentido ( adrianahdez7@gmail.com )
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