
FE Y FAMILIA EN TIEMPO DEL COVID 19
Por José Juan Valdez, Teólogo.
Y de repente… el mundo y muchas de nuestras circunstancias cambiaron a propósito de la pandemia que vivimos por el Coronavirus. Y nos encontramos en casa 24/7 con nuestra familia por las medidas tomadas (distanciamiento-aislamiento social) para mitigar los contagios. Y la vida de fe que llevábamos en nuestras comunidades parroquiales de repente, también se ve suspendida del todo y comenzamos a ver el fenómeno, casi una explosión por la necesidad de compartir la fe (Prédicas, Conciertos, Conferencias, Clases de Formación Cristiana, Horas Santas, Eucaristía, Rosarios, Rezo de la Coronilla, etc.), por los diferentes medios digitales y en las diferentes redes sociales.
Ahora, estamos en días de que las iglesias, al menos desde donde les escribo (Houston, TX)… comenzaron, con varias medidas, el proceso para volver a ofrecer, aunque sea a un porcentaje bajo de su feligresía (25%) la Santa Misa. Sabemos que poco a poco y si la cuestión con el manejo y control del Covid 19 es bien llevada, podremos ir regresando a retomar algunas actividades que fueron suspendidas incluyendo las relacionadas con nuestra fe.
Yo tengo trabajando para la Iglesia Institucional de tiempo completo desde Septiembre del 2003 hasta la actualidad en varias parroquias, para un par de diócesis y colaborando en muchas otras iniciativas por invitación en períodos cortos, ofreciendo retiros, talleres, seminarios, conferencias, etc… en todo este tiempo una de las constantes preocupaciones pastorales era encontrar la mejor manera de hacer partícipe a toda la familia en el proceso de aprendizaje, desarrollo y vida de la fe de sus hijos… remamos contra corriente, por el paradigma creado de que la educación o la formación en la fe sucedía en la Iglesia, parecido al de que ‘educación o instrucción escolar’ sucedía en las escuelas; creo, honestamente, que aquel esfuerzo, tenía poco o casi ningún éxito. Y de repente… no nos queda otra que ‘agarrar al toro por los cuernos’ y retomar aquello a lo que hemos sido llamados desde el inicio de la vida de la Iglesia misma, me refiero al hecho de asumir nuestro rol de IGLESIA DOMÉSTICA.
En el numeral 2685 del Catecismo de la Iglesia Católica basado en varios pasajes de la Escritura encontramos rasgos de la vida en la comunidad cristiana primitiva, por lo que afirma: La familia cristiana es el primer ámbito para la educación en la oración. Fundada en el sacramento del matrimonio, es la ‘Iglesia doméstica’ donde los hijos de Dios aprenden a orar ‘como Iglesia’ y a perseverar en la oración. Esta idea es desarrollada por Juan Pablo II en el numeral 49 de su Encíclica Familiaris Consortio, llamando a la familia“Iglesia en miniatura,” es decir que a la familia se le identifica como verdadera Iglesia y como parte del cuerpo de Cristo que formamos todos los creyentes. O al menos el lugar donde debe consolidarse todo lo que creemos y vivimos en la gran comunidad que es la parroquia.
Mi experiencia como esposo y padre de familia en las últimas semanas no ha sido sencilla, más bien, desafiante; pero a la vez se ha tornado como toda una oportunidad, para ser creativos y encontrar las formas y los medios a nuestro alcance para poder vivir y celebrar la fe en familia.
Por ejemplo: Nos tocó vivir la Semana Santa en familia y además de seguir las celebraciones por los medios digitales, algunas veces con el mismo Papa, otra con el Obispo Robert Barron y otras más con alguno de los sacerdotes de nuestra comunidad parroquial. Sin embargo en el afán de una participación más activa sobre todo de nuestros hijos, nos vimos en la necesidad de crear una especie de Paraliturgia de manera que cada uno de los ritos que celebramos en esos días tan llenos de símbolos y de actos de fe… fueran más existenciales y participativos para ellos y para nosotros. Fue impresionante y una iniciativa que comenzó en casa, terminó siendo de bendición para muchas familias que comenzaron a pedir que les compartiéramos las paraliturgias. La vida de fe en mi familia no solo se ha mantenido en estos días, creo que, sin negar la nostalgia que nos produjo el extrañar celebrar presencialmente la Santa Misa con nuestra comunidad, ha crecido en diferentes áreas que al parecer eran necesarias para convertirnos realmente en Iglesia Doméstica.
El desafío no ha terminado… ahora en tiempos de transición nos toca visitar aquellas cosas o actividades que nos sirvieron para sostenernos en nuestra vida de fe como familia en estos días, y determinar cuáles de estas podremos combinar con las que contábamos antes de la pandemia… El P. Miguel Solórzano de la Parroquia de San Carlos Borromeo (Houston), en uno de sus post decía que sería bueno evaluar a qué cosas de la vida “normal” nos gustaría y valdría la pena regresar. El padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia en su homilía del Viernes Santo, a propósito de este tema dijo lo siguiente: No debemos volver atrás cuando este momento haya pasado. Como nos ha exhortado el Santo Padre no debemos desaprovechar esta ocasión. No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios haya sido en vano. Esta es la «recesión» que más debemos temer. Este es un ejercicio de discernimiento que les invito a hacer, incluso respecto a las cosas que nos gustaría mantener que nos han servido para vivir la fe en estos días. Envío mi oración y mis buenos deseos a cada una de las familias, que Dios nos conceda la sabiduría para de verdad sacar la mejor parte de esta situación que nos ha tocado vivir como miembros de la gran familia que somos como raza humana e hijos del mismo Dios. ¡Hasta la próxima!
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