
VIVIENDO LA PANDEMIA BAJO LA GRACIA DE DIOS
Por Georgina P. Labastida, Psicóloga.
¿Cómo surgió la pandemia del coronavirus? ¿Es en realidad un virus que mutó de forma natural y se salió de control accidentalmente? ¿Es una estrategia política mundial dónde deliberadamente un grupo de personas crearon el virus con el propósito de controlar a todos los países? ¿Hay detrás de esta pandemia un interés netamente económico para las farmacéuticas? ¿Será verdad que la vacuna estará lista en este año y nos salvará a todos? ¿Todo volverá a ser igual?
Son muchas las preguntas y pocas las respuestas, al igual que tú, no tengo una respuesta completa a estas preguntas, solo suposiciones. La que trataré de responder al final de este artículo es la última de ellas. Lo que sí sé por seguro, es que Dios no se enmudece ante los sucesos que afectan a su creación, en especial a sus hijos amados por quienes su propio Hijo murió.
El hombre a través de la historia ha sido atribulado, ya sea por causas naturales como las catástrofes y pestes o las creadas por el hombre como las guerras. Sin embargo, sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8, 28). Y es que como dijo José hijo de Jacob en Génesis 50,20: Ustedes pensaron hacerme el mal, pero Dios lo cambió en bien. De esa misma forma Dios cumple sus promesas de amor hoy, convirtiendo el mal en bien, tal vez no lo entendamos ahora, a José le tardó varios años de dolor y sufrimiento antes de ver el plan completado que Dios tenía para él, para su familia y para su pueblo. Esta pandemia, si bien ha causado dolor, tristeza, miedo, y confusión, también ha traído con ella, unión familiar, oración, paciencia, compasión, nos ha hecho ver cuáles son nuestras prioridades, nos ha enseñado a pensar y analizar cosas que no sabíamos, a ser más consciente de nuestro mundo, a informarnos mejor, a abrirnos a nuevas habilidades y formas de hacer las cosas.
Para poder ver le plan de Dios realizado en nuestras vidas, necesitamos de su gracia, sin ésta nuestros ojos permanecen velados y no sabemos a dónde dirigirnos ni cómo actuar. Según el catecismo de la iglesia, la gracia es: El favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamado: llegar a ser hijos de Dios. Ser hijos de Dios implica tener una relación íntima con Él, saber que soy amada (o), protegida, apapachada e incluso consentida por Él. Todo lo que un padre amoroso puede hace por sus hijos, es nada en comparación de lo que Dios Padre ha hecho por ti y por mí.
El Padre de forma extraordinaria, es capaz de detener o modificar las leyes naturales para beneficiarnos a nosotros sus hijos, como lo hizo abriendo el mar para que su pueblo saliera de la esclavitud de los egipcios, o como en cada celebración de la Eucaristía lo hace, convirtiendo el pan y vino en su Cuerpo y su Sangre. No importa que tan mal vayan las cosas, Él puede cambiar su curso rompiendo las leyes naturales. Sin embargo, no siempre lo hace así ya que tiene un aprendizaje en mente para nuestra vida. Él puede en medio de la tormenta permitir que la tormenta sigua su curso, pero dándote a ti el conocimiento a través de su gracia para saber protegerte. Él te dirá cómo y cuándo actuar, sabrás que es Él el que te guía, porque su gracia siempre va acompañada de paz y alegría. Dios siempre habla a través de su Palabra, de las circunstancias y de tus emociones. Pon atención a estos tres y verás en cada momento su presencia amorosa.
Cuando actúas bajo su gracia, tu corazón no tiene más que gozo y agradecimiento. El agradecimiento nos enfoca en el presente y en las bendiciones que recibimos. Y justo eso es lo que necesitamos practicar en este tiempo de pandemia para que desaparezca el miedo y la tristeza. Agradecer y enfocarse en el hoy son dos aspectos importantes para tu paz interior. Hoy tengo vida, hoy tengo salud, hoy tengo alimento, hoy tengo familia, ¡GRACIAS!
Por otra parte, cuando actúas bajo su gracia tienes la certeza de que Dios provee por tus necesidades y las de tus seres amados. En Mateo 6, 26 Jesús nos dice Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? Por supuesto que somos de mayor valor que las aves ante el Padre, por lo cual tenemos la certeza de que, con amor, Él nos alimentará tanto espiritual como físicamente. Cada vez que escuches el cantar de un pájaro, recuerda que tú eres importante para Dios.
Para terminar, quiero contestar la pregunta ¿Volverá todo a ser igual? En mi opinión y en mi deseo la respuesta es NO.
Con la pandemia, el mundo dejo de correr, esta experiencia nos está exigiendo un cambio interior, una transformación que no tiene paso atrás. Deseo que esta transformación sea el resultado del fortalecimiento de las relaciones intrafamiliares, que se esté afianzando la conexión entre hijos y padres, que estemos mejorando la calidad de comunicación con nuestro cónyuge, que crezcamos en nuestra relación íntima con Dios, donde nos estemos renovando y llenando con el poder del Espíritu Santo, que experimentemos profundamente su protección y cuidado. Deseo que nos estemos dando cuenta que cuando nuestras fuerzas humanas no son suficientes, la gracia de Dios que siempre nos acompaña, sale a nuestro rescate. Que sepamos que Dios está en control total y que, aunque esta pandemia es una desgracia mundial, todo se convertirá en bien. Espero que no regresemos al materialismo, consumismo o hedonismo en el que estábamos sumergidos cada día más y que en lugar de llenarnos, creaban un hueco de felicidad más grande.
Como dice San Pablo en la carta a los Romanos 12, 2: No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así, sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.
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