
Las expectativas contra la realidad: El origen de infelicidad
Por: Adriana Hernández Zúñiga, Familióloga
Mis queridos hermanos y hermanas:
Les escribo con mucho cariño ahora que comenzamos este 2023 y les agradezco por continuar siendo parte de nuestra comunidad de lectores mientras retomamos este precioso esfuerzo de poner en sus manos artículos que acompañen y ayuden su vida personal y familiar.
Cuántas veces hemos escuchado expresiones como: “Ahora que suceda tal o cual cosa… voy a hacer esto o aquello.” “Ahora que festeje mi Quinceañera seré aceptada y envidiada.” “Nada más que me case, seré feliz.” “Ahora que tenga un hijo, entenderé a mis padres.” “Cuando se vayan mis hijos a hacer su vida, voy a viajar.” “En cuanto me jubile, voy a hacer lo que siempre quise y no pude” …y así la vida se nos va como agua entre las manos.
Las expectativas no están peleadas con los sueños, ni con un proyecto de vida que motiva a la persona a lograr lo que se propone a propósito de este año que comenzamos, muchas veces lleno de expectativas.
Las expectativas son buenas, convenientes y positivas si provienen de mi interior, dependen de mí, me emocionan, me impulsan y me motivan para lograr lo que quiero. Me ayudan a crecer.
Si lo que me motiva son los demás, es decir busco quedar bien con los otros o cumplir SUS expectativas, corro el riesgo de vivir relaciones tóxicas. Estas expectativas son negativas e inconvenientes, que surgen de la necesidad de quedar bien con los demás, a los que YO les doy poder sobre mí y que acepto pasivamente, o sea sin revisar o cuestionar sus exigencias.
Tal es el caso del adolescente, que con tal de ser parte de un grupo de amigos acepta las expectativas que han puesto en él o ella, las hace suyas y acepta fumar o probar la droga, e inclusive hasta dejar la escuela.
Las expectativas también las ponemos sobre las cabezas de los demás: “Cuando se quieren controlar todas las circunstancias para que las cosas sean como uno quiere, generalmente presionamos de manera injusta a las personas para que sean lo que queremos que sean; y eso no es posible, ya que cada uno es lo que es. Muchos padres, desde que empezamos a serlo, nos hacemos una idea de lo que deseamos que sean nuestros hijos. Pocas veces aceptamos lo que realmente son y lo que desean ser; ponemos expectativas sobre ellos, que quizá nunca podrán cumplir.”
Hay otro tipo de expectativas que aparecen por estar comparándose con el prójimo: Por “dedicarle una parte importante de cada semana a cotejar lo que se posee con todo lo que los otros tienen, han tenido o podrían a llegar a tener.”
En este caso nos topamos con personas que jamás están conformes con lo que tienen y a menudo con lo que son. Siempre les falta algo para ser felices. Viven en lo que la psicología llama “presencia de lo ausente”. Sólo notan lo que no tienen. “El punto negro en la pared blanca.”
Con las expectativas no resueltas, aparece la frustración y con ella, el miedo y la tristeza. Dennis Pragger, en su libro “A la conquista de la felicidad” muestra una fórmula simple para medir la infelicidad:
ÍNDICE DE INFELICIDAD = EXPECTATIVAS – REALIDAD
Es decir, mi índice de infelicidad personal dependerá de que mis expectativas están muy por arriba de mi realidad. Las expectativas pueden llevar a tener una realidad insoportable, lo que genera ejércitos de personas neuróticas, adictas, frustradas y violentas porque lo que quieren o tienen no corresponde a la realidad.
SUGERENCIAS PARA DISFRUTAR LA VIDA
- Para empezar, entender que somos personas valiosas y dignas. No por lo que tengamos o hagamos sino sólo por el hecho de ser, de existir, ya que hemos sido amados desde siempre por nuestro Creador. Más allá de cualquier situación o circunstancia que estemos pasando o viviendo.
- Contar con lo que sí tenemos: ¡ATENCIÓN! son puras bendiciones. Disfrutar los pequeños logros de cada día. Incluyendo el desarrollo de hábitos y virtudes como: la paciencia, la obediencia, la fe, la esperanza y la caridad.
- Antes de generar expectativas, podemos preguntarnos: ¿Lo quiero o lo necesito? Para distinguir los caprichos, de mis necesidades reales. ¿Es posible por el momento o puede esperar? ¿Es urgente o sólo es importante?
- Tener sueños, sí pero que no impliquen buscar controlar el futuro propio o ajeno, manipulando la conducta de los demás y fantaseando con la propia, con la intención de producir determinado resultado.
- Escuchar y comprender las expectativas de los demás y buscar que sean por un bien común.
La felicidad es una decisión muy personal. Depende de mí y de la actitud que tenga ante la vida, recordando que es más simple ser feliz si como alguien dijo: “Tengo algo que hacer, alguien a quien amar y a Dios en quien creer.”
Esperamos tus preguntas o comentarios en:
Correo con–sentido ( adrianahdez7@gmail.com )
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